sábado, 31 de marzo de 2012

La neurobiología del conflicto humano (la batalla está en tu cerebro)

El ser humano parece estar biológicamente predeterminado para entrar en conflicto y competir con los demás. La configuración de nuestro cerebro parace determinar la forma en la que nos enfrentamos al mundo y activa una imperiosa necesidad de imponer nuestra visión de la realidad. La historia de la humanidad es sobre todo la historia de los conflictos entre distintos grupos, como si el conflicto, la energía de fricción, dinamizara la evolución. Nuestra biología está hecha (y se desarrolla) de tal forma que el conflicto es parte consustancial de nuestra naturaleza. ¿Competimos por la tierra, por las mujeres, por el alimento o por el poder porque existe una cantidad limitada de esto o porque imponernos es parte de la impronta de nuestros cerebros? Aunque en un principio pareciera que nuestros cerebros, o nuestra neurobiología –el término de moda– se han ido moldeando conforme a las circunstancias en las que vivimos, existe un punto en el que las líneas divisorias se borran. En esta eterna e insoluble paradoja del huevo y la gallina, también podemos pensar que el conflicto –el enfrentamiento competitivo– es parte fundamental de nuestra naturaleza, asegurando que sólo los mejores genes se reproduzcan y generando una evolución también epigenética, memética: aquellos que logran imponerse no sólo transmiten sus genes también su visión del mundo –lo que hace su vez hace que el mundo sea como ellos. En un sentido cósmico, en algo que entendemos desde las narrativas que consumimos diariamente en el cine o en los libros, el conflicto es aquello que le pone condimento al mundo, aquello que le da sentido a la existencia y nos impulsa a lograr algo y poner en marcha nuestra voluntad y creatividad –en una perfecta homeostasis difícilmente habría una fuerte motivación para hacer algo. Este es el drama cósmico, el juego –búsqueda y extravío– y la seducción que, cómo un imán al final del tiempo, nos mueve a levantar y destruir imperios bajo el sol –aunque todo esto sea una ilusión. Más allá de esta introducción filosófica la naturaleza del conflicto humano, hoy la neurociencia, con esa extraordinaria y a veces irritante capacidad de penetrar ámbitos anteriormente reservados a las ciencias sociales, empieza a investigar y a dilucidar qué es lo que nos hace entrar en conflicto con ciertas personas, ideas y situaciones. Desde su perspectiva, el ser humano tiene una configuración neurobiólogica que lo predetermina a entrar en conflicto con personas que piensan distinto o que presentan una amenaza para sus intereses. ¿Se reducen todos nuestros problemas al ordenamiento particular de las células de nuestro cerebro? Y en dicho caso, ¿todos nuestros problemas “de fondo” son en realidad completamente formales? Derecha vs Izquierda en el cerebro Las personas con diferentes ideologías políticas también tienen diferentes cerebros. Michael Dodd de la Universidad de Nebraska le mostró una serie de imágenes alterantivamente desagradables (arañas en el rostro, heridas abiertas) y atractivas (niños sonriendo, lindos conejos) a una serie de voluntarios de marcada ideología conservadora o liberal. Dodd encontró que los conservadores reaccionaban con mayor intensidad a las imágenes negativas y los liberales mostraron una mayor respuesta a las imágenes positivas Lo mismo ocurrió cuando se les mostraron los rostros de políticos famosos. Los conservadores mostraron mayor antipatía por políticos que les eran desagradables, mientras que la reacción de los conservadores se hizo más patente cuando se les mostraron políticos que les agradaban. El equipo de Dodd sugiere que ”aquellos en la derecha política y aquellos en la izquierda política podrían simplemente experimentar el mundo de manera distinta”. Algo que curiosamente podría llevar a una mayor tolerancia: al entender que aquellas personas que están en desacuerdo contigo no necesariamente lo están porque sean irracionales o estúpidos sino porque su cerebro está cableado de una forma distinta. Política Irracional Antes de la elección del 2008, la psicóloga de la Universidad de California, Emily Falk, realizó resonancias magnéticas en el cerebro de personas que se identificaban como demócratas o republicanos mientras escuchaban declaraciones de los candidatos presidenciales. Falk halló que las áreas del cerebro relacionadas con las emociones y la cognición social mostraban intensa actividad, mientras que áreas relacionadas con el pensamiento lógico y racional estaban comparativamente inactivas. Más allá de mostrarnos cómo en buena medida un voto está condicionado a factores emocionales, los investigadores sugieren que una vez que una persona está segura de que lo cree es lo correcto, deja de tomar en cuenta en sus decisiones factores correspondientes al pensamiento racional. Algo que nos hace reflexionar sobre cómo nuestras certidumbres están construidas muchas veces sobre bases sumamente endebles. Como dijera Robert Anton Wilson: “la creencia es la muerte de la inteligencia”. La hipótesis del macho guerrero El tribalismo es un comportamiento ancestral: somos amables con las personas dentro de nustro grupos y hostiles y suspicaces con los extraños. Esto es así, según la psicóloga evolucionista de la Universidad de Michigan State, Melissa McDonald, como consecuancia de la biología de la reproducción. La reproducción femenina está limitada por la fisiología mientras que la reproducción masculina está limitada por el acceso a parejas. Esto resulta en la competencia por hembras entre machos; lo cual a su vez genera ciertas formas de alianza (jeraquizadas), en las que las hembras son la recompensa. Este apremio reproductivo en el que los hombres deben de competir por las hembras parece ser responsable del hecho, reiteradas veces comprobado, de que los hombres sean más xenofóbicos, recurran más a los estereotipos, busquen formar grupos sociales basados en jerarquías, tengan una mayor tendencia a incurrir en comportamientos violentos dentro de un grupo y sean capaces de sacrificarse más para asegurar el castigo de otros –son formas de agenciarse o proteger a las hembras de posibles competidores. La hipótesis del macho guerrero argumenta que el conflicto representa, para algunos hombres, una oportunidad de obtener acceso a parejas, territorio y estatus, lo cual pudo haber creado mecanismos psicológicos de selección para iniciar conductas de agresión dentro de un grupo. Algo así debió de haber sido la Guerra de Troya –o en términos un poco menos poéticos, la gran motivación de muchas de las guerras en la antigüedad era que los soldados que conquistaban un territorio podían acceder –con consentimiento o sin el– a las mujeres de la población conquistada. El misterio del matrimonio monógamo Además de ser una anomalía en términos evolutivos clásicos, el matrimonio monógamo lo es también en cuanto a la historia humana. Registros antropológicos muestran que el 85% de las sociedades conocidas permitieron al hombre casarse con múltiples esposas, algo que incluso se incrementó con el descubrimiento de la agricultura. Esta casi aberración social, sin embargo, podría ser benéfica en cuanto a que elimina conflictos, según el psicólogo Joseph Henrich de la Universidad de British Columbia. Henrich cree que el matrimonio monógamo reduce la competencia haciendo que las comunidades sean más estables y fomenta una evolución cultural –esto debido a que si existen menos hombres con la posibilidad de casarse y reproducirse, esto se traduce en una mayor cantidad de violencia y violaciones, lo cual evidentemente afecta la paz de una comunidad. Esta hipótesis sugiere que erradicar el conflicto es algo que genera una mayor evolución, algo que difícilmente puede ser comprobado históricamente, si acaso podría argumentarse como una especie de corona y sofisticación evolutiva de una inteligencia superior, lo cual es cuestionable. Y también olvida que el matrimonio monógamo es una fuente de callado conflicto para numerosas personas, ya que teóricamente una persona casada deja de ser accesible para todas las demás reduciendo el espectro de posibilidades de reproducirse y encontrar la salud que solamente el sexo otorga. Algo que no necesariamente ocurriría dentro de la poligamia. Por otra parte deja de lado la posibilidad de una sociedad que no se base en la posesión, donde pueda existir la poligamia pero no restricta a solo una élite de machos. Aunque en muchos casos considerada como un modelo primitivo superado, paradójicamente este tipo de poligamia podría ser el cúlmen de la evolución sexual y social del ser humano. Una de las razones que suelen ser citadas por las cuales la poligamia fue convertida en tabú es el hecho de que para un hombre era difícil saber quiénes eran sus hijos si una mujer copula con muchos hombres, algo que hoy podríamos ciertamente zanjar utilizando pruebas de ADN. Otra razón por la cual el tabú de la poligamia ha sido instituido es evidentemente la posesión y los celos –es una manifestación de poder controlar la sexualidad de otra persona. Quizás si los cuerpos dejarán de considerarse como objetos que pueden ser poseídos entonces sería posible vivir una sexualidad orgiástica libre, y alineada con el flujo energético de la evolución. (Im)paciencia y cultura El esterotipo de que los orientales son más pacientes que los occidentales parece haberse confirmado en una investigación realizada por Bokyung Kim, de la Universidad de Stanford. Kim escaneó las regiones cerebrales relacionadas con recibir una recompensa y con el autocontrol en voluntarios estadounidenses y surcoreanos a los que se les pidió que decidieran entre recibir un pago inmediato de efectivo o recibir un pago ligeramente mayor dos semanas después. El estudio mostró que los estadounidenses reportaron mayor actividad cerebral en las zonas relacionadas con recibir una recompensa, pero poca diferencia en las zonas relacionadas con el autocontrol. Los estadounidenses no necesariamente fueron más impulsivos, en cambio, la recompensa prometida, en su cerebro, se sintió como algo literalmente más valioso. Esto se relaciona evidentemente con la política financiera. Hace un par de años , el gobierno chino llamó a Estados Unidos a mostrar un “sentido de responsabilidad global” y moderar sus gastos para buscar estabilidad financiera a largo plazo. Al parecer para algunos cerebros una recompensa inmediata es simplemente más deseable que una mayor recompensa distante –algo que tiene una serie de importantes consecuencias en la economía global. Inteligencia Grupal El científico P. Read Montague de la Universidad de Virgina Tech administró pruebas de inteligencia a personas individualmente y en grupos de 5. Montague descubrió que el cociente intelectual de las personas cae cuando se aplican pruebas en un escenario social. Esto sugiere que la presión social juega un papel, el estrés y la intimidación de las jerarquías y los deseos de complacer que se forman parece traducirse en una cognición comprometida. Esto por otra parte podría ser un factor en el manejo de masas y porque algunas personas que no cometerían ciertos actos –a veces criminales– de manera individual llegan a hacerlos cuando están dentro de la mente colectiva de una multitud. La presión a ser como los demás, a ajustarnos a la normalidad, es algo que va en detrimento de la inteligencia. Twitter del autor: @alepholo Con información de Wired y de The Royal Society Publishing

No hay comentarios:

Publicar un comentario